La comunicación entre los órganos y los sistemas orgánicos es vital, ya que permite al cuerpo regular el funcionamiento de cada órgano de acuerdo con las necesidades globales del organismo; por ejemplo, el corazón debe saber si el cuerpo está en reposo para reducir el ritmo cardíaco o aumentarlo cuando los órganos necesiten mas sangre. El riñón requisita saber si existe un exceso o un defecto de líquido en el organismo, así producirá una orina mas diluida o concentrada para conservar o deshacerse del agua de acuerdo con las necesidades del organismo.
Gracias a la comunicación que existe entre los órganos y sistemas, el propio organismo mantiene su equilibrio. Este mecanismo se denomina homeostasis (El concepto fue aplicado por Walter Cannon en 1926, en 1929 y en 1932.)
La homeostasis es la capacidad mediante la cual los organismos vivos mantienen una condición interna estable, haciendo así que el medio interno se encuentre compensado con los cambios del entorno mediante un regulado intercambio de materia y energía con el exterior.
Mediante la homeostasis, los órganos trabajan sin exceso ni defecto y cada órgano facilita las funciones de todos los demás. La comunicación necesaria para la homeostasis se produce mediante el sistema nervioso o por estímulos de sustancias químicas. El sistema nervioso autónomo ejerce, en gran medida, el control sobre la compleja red de comunicación que regula las funciones corporal. Esta parte del sistema nervioso funciona sin que la persona tenga conciencia de los cambios que se producen en su interior. Las sustancias químicas utilizadas para la comunicación se denominan transmisores. A los transmisores producidos por un órgano específico y que viajan hacia otros órganos a través del torrente sanguíneo se les denomina hormonas, mientras, que a los transmisores que conducen mensajes a distintas partes del sistema nervioso se les llama neurotransmisores.
Un ejemplo de un mecanismo de homeostasia es el de regulación de los niveles plasmáticos de glucosa. La glucosa es la fuente continua de energía metabólica, es decir la fuente de energía que mantiene el organismo en marcha, esta ingresa al organismo a través de la ingesta de alimentos, principalmente aquellos ricos en hidratos de carbono, comúnmente conocidos como carbohidratos, a partir de deposito de glucógeno en distintas partes del organismo, mientras que al mismo tiempo se lleva a cabo el consumo de glucosa por los tejidos. La glucosa no utilizada es transformada en glucógeno, mediante el proceso de glucogénesis, pasa a almacenarse, pero la glucosa que no es transformada, ni utilizada por el organismo pasa a eliminarse a través de la orina.
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